Münster y la gentrificación

            En tiempos extraordinarios, suceden cosas … extraordinarias. ¿Quién hubiera pensado que el virus Corona desviaría la tendencia de despoblación de las zonas rurales, provocando la migración inversa de los habitantes de las grandes ciudades? ¡Fuera aglomeraciones urbanas, adelante ciudades pequeñas y medianas! ¡Qué raro! Como si hubiera faltado una nueva prueba de que la humanidad no tiene ni idea de su propio futuro.

            Todos los que a principio de este año tranquilizaban, clasificando esta tendencia como simple capricho ocasionado por un virus pasajero, se ven obligados a tomárselo ahora en serio. El fascinante cambio ya no puede ser pasado por alto, como si fuera un simple «desvío excéntrico». Con el regreso otoñal de la gente al trabajo y a los cursos escolares, ya se pueden leer las cifras en las estadísticas de los ayuntamientos: se está volviendo de moda «la vida a lo campesino». ¡En serio! En algunos países hay aumentos de precios para las viviendas ubicadas en áreas «polvorientas».

            Después de tantos años de búsquedas inútiles para una solución que detenga la gentrificación (ver bajo página) causada por el aumento de los alquileres en las ciudades, lo que obliga a la mano de obra a retirarse a los alrededores de las ciudades, ahora es posible que el antídoto emerja de repente. Teletrabajo y cibernética permiten combinar armoniosamente la actividad productiva con una vida tranquila.

            Sin embargo, la idea no es tan nueva como parece. Los modelos de vida simplificados y el regreso a los orígenes ganan terreno desde algunos años. Los alemanes, por ejemplo, aunque están orgullosos de sus grandes ciudades, siempre tuvieron cariño a algunas localidades más pequeñas, que a los extranjeros les suenan completamente ajenas y … extrañas.

            Igual que un andaluz que escoge como destino de fin de semana no a Sevilla, sino a Antequera u Osuna, un alemán tendrá un amor secreto por alguna „ciudad joya”, como el encantador sitio llamado Münster.

            „¡¿Pero como te atreves a llamarlo pequeño?!” – me van a amonestar los puristas. Después de todo estamos hablando de una ciudad de 315.000 habitantes, ¡una de las primeras 20 ciudades alemanas! Bueno, porque … así es, les voy a responder yo. Y le explico por qué.

En el paraíso alemán de los «bizykels» hay más de 500.000 bicicletas (más que habitantes!). No obstante, la ciudad de Münster ocupa tambien el primer lugar en robos de bicis.

            Hay que decir desde principio que Münster, la capital de la región de Westfalia, situada en la frontera con Bélgica, ha conservado el encanto de una pequeña ciudad, con relojes que van despacio con repique de campanas. Es el paraíso alemán de los «bizykels» – de hecho, en el alemán culto, las bicis se llaman «Fahrrad» – hay más de 500.000 bicicletas (más que habitantes!). Claro que la ciudad ocupa el primer lugar en robos de bicis.

            El clima de la ciudad es moderado, pero con fuertes lluvias. Llueve con tanta frecuencia que en el dialecto se inventó una palabra que describe la persistente caída del chirimiri: „Meimeln». No se asusten, doy fe por mi experiencia propia que la llovizna no impide a nadie a salir de casa, sea para caminar o, por supuesto, para dar una vuelta en bicicleta. Es una lluvia que da ganas de ponerse las botas de goma de colores brillantes y de sacar el paraguas más excéntrico de la naftalina.

            No temblamos de frío cuando fuimos allí, durante el otoño pasado. Simplemente respiramos el aire fresco y admiramos las fachadas de los bonitos edificios que se veían reflejados en los charcos de las tan limpias calles, como si hubieran sido barnizadas. ¡Algo tendrá de bueno este clima!, puesto que se ha demonstrado que la esperanza de vida de los münsterios es más alta que la del resto de la población urbana alemana (los hombres de Münster viven en medio 79,5 y las mujeres 84,3 años).

            Sin embargo, si la lluvia nos molesta, podemos refugiarnos en uno de los insólitos museos de la ciudad. Por ejemplo, sin tener ninguna conexión directa con la ciudad, el museo dedicado a la obra de Pablo Picasso alberga una de las colecciones más completas de pinturas del famoso artista español. Asimismo, el museo BASF presenta todas las formas de barnizado inventadas por el genio humano. Para continuar, se puede visitar el Museo de la Biblia, o el Museo de la Lepra, y también podemos ver la amonita fósil más grande del mundo (con un diámetro de 1,8 metros). La ciudad vecina, Kannen, alberga una exposición aún más insólita: la mayor colección de arte de pacientes psiquiátricos.

            El carnaval, la feria y el mercado de la tierra, que se llevan a cabo desde tiempos inmemoriales son famosos en toda Alemania. El mercado navideño es tan popular que cada año se convoca a policías incluso de la vecina Holanda para vigilar y dirigir las enormes muchedumbres que toman la ciudad por asalto en diciembre.     

            Igualmente famosas son las estrechas y románticas calles del casco antiguo, elegidas  por muchos directores como plató de rodaje para sus películas. De hecho, dos de las series policiales más populares de la televisión alemána suelen estar filmadas en Münster, aprovechando así el ligero humor burlesco local para mitigar el dramatismo de algunas escenas.

            En relación al número de habitantes, el tamaño de la ciudad es muy grande. Por eso, la sensación de ligereza acompaña a cada paso. Prácticamente la mitad de la superficie de la ciudad se utiliza para fines agrícolas, lo que se refleja en la baja densidad de habitantes (menos de 1000 por kilómetro cuadrado).

            Los edificios de dos pisos son raros, puesto que la mayoría de las personas vive en casas y villas con acceso a patios. El sector terciario, representado por la educación, la administración, los bancos, la medicina y la tecnología punta en los campos nano, bio y digital, deja su huella, confiriendo a la vida social un carácter ligero típico de las zonas pobladas por gente altamente calificacada.

            Con una cuota anual de aproximadamente 65.000 estudiantes, la ciudad de Münster es uno de los más prestigiosos centros universitarios de Alemania. Por eso suele ser llamado también „el escritorio de Westfalia».

            Debido al hecho de que, por lo menos en teoría,  uno de cada cinco transeúntes es un joven, la ciudad palpita llena de energía y alegría. Pero, a pesar de las animadas apariencias, el origen de la ciudad es muy serio. Según sugiere el nombre, Münster se traduce aproximadamente en iglesia monumental, siendo sede episcopal católica rígida desde la antigüedad. Más precisamente, desde el año 799, cuando fue elevado a este rango por el Papa León III. Por tanto, la expresión general difundida es: „en Münster, si no llueve, entonces suenan las campanas, y si ocurren las dos cosas al mismo tiempo, es domingo».

            La gran cantidad de edificios religiosos, agrupados en torno al emblemático Prinzipialmarkt, atrajo a la ciudad el seudónimo de Roma del Norte. Parece inimaginable que la mayoría de los edificios fuera cuidadosamente reconstruida piedra por piedra, después de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

       Graciosa es la celebridad involuntaria que ganó la ciudad en 2006, cuando un cisne hembra del lago Aa, llamado „Petra», se enamoró de … una bicicleta acuática con forma de cisne.

            La más popular ruta de paseo es la que se extiende a lo largo del río Aa. En el „paseo maritímo” de 4,5 km solamente se permite el acceso de peatones o bicicletas. Y no, no es un error tipográfico, ese es el nombre del río: está formado por dos letras iguales, ¡la vocal inicial del alfabeto!

            Graciosa es la celebridad involuntaria que ganó la ciudad en 2006, cuando un cisne hembra del lago Aa, llamado „Petra», se enamoró de … una bicicleta acuática con forma de cisne. ¡Un verano entero no se apartó de ella! La televisión, los periódicos y las grandes revistas, incluidas Stern, Spiegel y prestigiosos canales de televisión de los EE. UU., Japón, India y el mundo árabe, no dejaron de transmitir noticias sobre la inusual pareja.

            Al llegar el invierno, la pareja fue trasladada al parque zoológico, donde pasó muchos años felices. Pero su historia no terminó aquí: de repente, en 2009, „Petra» desapareció. Años después, en 2013, todo el mundo se quedó bocabierto cuando el cisne fugitivo reapareció en otra ciudad, flanqueado por otro cisne. ¡Obviamente su nuevo gran amor!

            Estoy convencida de que los verdaderos amantes de la ciudad de Münster no le serán tan infieles como el cisne Petra y volverán a visitar la querida ciudad, una vez recuperada nuestra libertad habitual de circulación, tras superar la crisis provocada por el virus Covid.

            Confio en el hecho de que no por casualidad, en el año 2004, la ciudad de Münster fue galardonada por el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), en colaboración con IFPRA (Federación Internacional de Parques y Gestión Recreativa), con el LivCom-Award, obteniendo el título de „Ciudad con mejor calidad de vida del mundo”. Desde entonces, la medalla de oro y el lema oficial adornan el escudo de la ciudad.

            Ya se oyen las campanas, llamándonos desde lejos …

Gabriela Căluțiu Sonnenberg

24. octubre 2020

Benissa, España


El término gentrificación (proveniente del inglés gentry, «baja nobleza») se refiere al proceso de transformación de un espacio urbano deteriorado que provoca un aumento de los alquileres o del coste habitacional en estos espacios. Esto induce a que los residentes tradicionales abandonen el barrio y se afinquen en espacios más periféricos” (wikipedia). Yo la veo cómo a una centrifuga, que no para de tirar la gente hacía el exterior, fuera de sus viviendas…